Los días de lluvia
Fotografia de la zona de Plato y Vallis Alpes, efectuada a partir de un Avi de 30" capturado con Selene y sumado con Refistax, tomado por una webcam Phiplips ToUcam Fun 830 K, montada en un telescopio refractor Sky Watcher de 120 mm. con barlowX2 .Día 13-10-2006.
En estos días de lluvia, de la primavera fingida de este Otoño caluroso, es cuando los Avis que se amontonan, los bocetos de dibujos a medio acabar, las fotos sin retocar, las crónicas sin terminar de perfilarse y los proyectos de observación, van tomando cuerpo como si de un buen vino se tratara. Igualmente el astrónomo constructor de su medio de visión, arregla los posibles desperfectos de un espejo, o corrige la coma de algún otro. Engrasa la corredera del portaocular, suaviza los embragues de la montura, y entre suspiro y suspiro, se acuerda de los cielos negrisimos que las nubes tamizan con su algodon grisaceo.
Afuera llueve mansamente y el sonido del agua amortigua el ruido de la calle; pero el astronomo, sobre todo el ciudadano, sabe que cuando pare la cortina de agua y las nubes tomen las de Villadiego, el cielo, su querido cielo urbano aparecerá gloriosamente limpio, sin polución, sin polvo, nitido y suave como si fuera de terciopelo.Pero no de un terciopelo negro, como el del campo, sino de uno de color violeta oscuro, donde las estrellas parecen gemas engarzadas por la mano de un joyero celestial.
Otro día volverá la lluvia, y de nuevo los sueños seran realidad por un instante.Y cuando el agua agoste las clepsidras del cielo, Selene, majestuosa, paseará por la noche envuelta en la azulina textura de mi cielo.
En estos días de lluvia, de la primavera fingida de este Otoño caluroso, es cuando los Avis que se amontonan, los bocetos de dibujos a medio acabar, las fotos sin retocar, las crónicas sin terminar de perfilarse y los proyectos de observación, van tomando cuerpo como si de un buen vino se tratara. Igualmente el astrónomo constructor de su medio de visión, arregla los posibles desperfectos de un espejo, o corrige la coma de algún otro. Engrasa la corredera del portaocular, suaviza los embragues de la montura, y entre suspiro y suspiro, se acuerda de los cielos negrisimos que las nubes tamizan con su algodon grisaceo.
Afuera llueve mansamente y el sonido del agua amortigua el ruido de la calle; pero el astronomo, sobre todo el ciudadano, sabe que cuando pare la cortina de agua y las nubes tomen las de Villadiego, el cielo, su querido cielo urbano aparecerá gloriosamente limpio, sin polución, sin polvo, nitido y suave como si fuera de terciopelo.Pero no de un terciopelo negro, como el del campo, sino de uno de color violeta oscuro, donde las estrellas parecen gemas engarzadas por la mano de un joyero celestial.
Otro día volverá la lluvia, y de nuevo los sueños seran realidad por un instante.Y cuando el agua agoste las clepsidras del cielo, Selene, majestuosa, paseará por la noche envuelta en la azulina textura de mi cielo.