sábado, junio 18, 2011

Y que viva la C.L.


Efectivamente. Ese título seria el mas adecuado para esta fotografía del eclipse de Luna que el pasado día 15 pudimos "ver".Y es que es tal la contaminación lumínica que hay en Sevilla, que el cielo se va tornando de un tono anaranjado oscuro, pasando del ya casi perdido azul oscuro, proveniente del negro de hace cincuenta años, a un incierto color que a veces y queriendo conservar los objetos fotografiados, ni el mismisimo programa de retoques, ya sea PS u otros cualesquiera, pueden arreglarlo.
Luz, Luz, mas Luz. . . . como decia aquel anuncio de lámparas electricas de hace ya mucho tiempo. Luz , tirad mas luz, contaminad, que ya ni los pájaros sepan cuando es de día o de noche. Luz, gastad mas luz inutilmente, que en las ciudades se paga con dinero público. Y ya sabemos que ese es de todos. ¿Cuando por fín, un día no muy lejano, a alguien se le ocurrirá poner en marcha la flamante y virgen, por ahora, Ley de contaminación ambiental y lunínica?
Esperemos que cuando se le ocurra, ya no sea demasiado tarde.

miércoles, junio 08, 2011


No es nada facil ver, sobre todo en un cielo tan contaminado luminicamente como el que disfrutamos en Sevilla, a este cendal maravilloso que según Herschel se le aparecia en el espejo metálico de su gran telescopio como si se tratara de un jirón de niebla que se hubiera prendido de improviso en un instante y que iluminaba un trozo de oscuro cielo, donde semejaba una presea de brillantes y vivos colores. Es más: A través de los telescopios de aficionado que la mayoría tenemos, este maravilloso objeto practicamente carece de color, atisbandose solamente un ligero tono verdoso, no siendo sino hasta que lo fotografiamos cuando verdaderamente lo apreciamos en toda su magnificencia.
Quizás sea uno de los objetos que mas nos maravilla en su contemplación. Imagino que cuando el señor Messier le hechó el ojo, ademas de bautizarlo como M-42 en su ya larga lista de objetos no deseados para la busqueda de cometas, seguramente en su interín sentiria un remordimiento de no poder obviar el tachar a este nido de nuevas estrellas de su catálogo de objetos no deseados.
En la estación que tenemos ahora, y desde nuestras latitudes, esta joya es invisible a nuestra vista; pero andando el tiempo, cuando Otoño entregue el testigo a la estación de las nieves, de nuevo el cielo se adornara con esta niebla eterea, paridora de estrellas.
Ahora disfrutemos de las otras maravillas que nos tiene reservadas el cielo de verano que practicamente se nos cae encima, y descansemos un poco de la labor diaria con unas merecidas vacaciones.Vale.