AL PRINCIPIO FUE LA FLOR
Cuando el astrónomo aficionado a mediados
de Marzo sube a la terraza para observar el cielo de su ciudad, en el aire nota
un olor distinto; trae la brisa un aroma que hasta hace pocos días era poco
menos que impensable. Además siente que inclusive le estorba la chaqueta; el
ultimo tramo de subida a la terraza lo ha hecho sudar casi. Y el aire como
hemos dicho está impregnado de un olor a
azahar, a jazmín, a lilas, a adelfas, a hortensias. . . según la ubicación
de su observatorio ciudadano. Igualmente a sus oídos llegan sonidos lejanos que
la brisa le trae y que vienen preñados de sones de cornetas y tambores y un
fondo jaleoso y desacostumbrado, en el gélido invierno que empieza a morirse entre
los amorosos brazos de la Primavera y que deposita sobre su tumba sus primeras
flores de mirto y madreselva.
Pero
cuando verdaderamente nota el cambio es cuando mira hacia el cenit color de
terciopelo azul oscuro, y al buscar a Orión, El Cazador, se encuentra con que
ambos Leones se disputan el espacio mas alto de su cielo, rodeados de la
Osa Grande, que en esta época alcanza su posición mas alta; El Lince, la Cabellera de Berenice y el Cangrejo. Orión va dejando el campo a las
constelaciones de Primavera, y aunque aún tendrá tiempo para verla unas cuantas
jornadas mas, quizás en su ínterin se siente un año mas viejo. No hay duda que
el Invierno es el genuino marcador de horas para la mayoría de los vivientes en
nuestra querida Tierra. Con su muerte nos señala un nuevo comienzo de etapa; un
montón de vida nueva se abre paso a borbotones
y empieza de nuevo la carrera
hacia otro invierno que en lontananza ya afila sus heladas armas.
Entonces, el astrónomo, mira hacia el este, y contempla como nuestra compañera la Luna, camino del Parasceve, empieza un mes mas a hacerse la dueña del polucionado cielo de su ciudad; siendo la única testigo que cada mes va repitiendo su andadura por el firmamento. Y así un mes, y otro. Un año, y otro. Un siglo, y otro. Hasta que Dios quiera. Vale.
Mosaico Lunar. Apilado con Autostich. Telescopio Maksutov-Cassegrain 127.Cámara Canon EOS 300